martes, 9 de octubre de 2012

LOS NIÑOS DE JARDÍN Y LOS VALORES


“LO QUE ESTÁ  BIEN Y LO QUE ESTÁ MAL"
Conscientes de su existencia como "seres individuales", los niños de 3 y 4 años se enfrentan al desafío de convertirse en "seres sociales", aprendiendo valores y normas de conducta que tengan en cuenta la presencia del prójimo.
Los niños empiezan a distinguir entre lo que está bien y lo que está mal desde muy  temprana edad. Ya desde bebés, el tono de voz del adulto les marca el camino de lo que provoca aprobación o desaprobación. Alrededor de los 5 años, la conciencia moral se hace presente, conformada por los "no" y los "si" de los padres, pero se trata de un proceso evolutivo.
Es importante tener en cuenta que tanto padres como docentes, deben comenzar a inculcarles valores como la verdad, el respeto o la lealtad   desde el primer día; más allá de que recién puedan asimilarlos cinco años después.
Hasta esa edad, los niños atraviesan una etapa de narcisismo puro en la que sólo tienen en cuenta sus necesidades y sentimientos. La aparición del otro como sujeto a ser considerado se da recién a los 4 o 5 años. Es entonces donde entra en juego el rol de los adultos como modelo a seguir. Predicar con el ejemplo es fundamental para que los niños copien e incorporen determinadas conductas que los acompañarán de por vida. El trato respetuoso hacia seres queridos, las pautas de buena educación, la honestidad son algunos de los valores que los niños incorporan casi naturalmente cuando ven que los adultos que lo rodean (padres - docentes) los ponen en práctica. La aplicación  de límites y pautas frente a comportamientos que los adultos consideran incorrectos, también contribuye al desarrollo de valores.
- Un recurso valioso para enseñarles acerca del bien y el mal son los cuentos y fábulas con moraleja.
El jardín, como espacio de socialización cumple un papel importante a la hora de inculcar valores. Es un ámbito en el que los niños interactúan con sus pares y aprenden un abanico muy amplio de actitudes y comportamientos: desde respetar turnos y cuidar sus pertenencias hasta honrar símbolos patrios y experimentar los primeros lazos de amistad.
En definitiva, se trata de un proceso que, una vez atravesado, reafirma a los niños en sus primeros pasos como personas que están aprendiendo a vivir en sociedad y que son conscientes de que existe otro tan importante y digno de ser respetado como ellos.

Érica de Llanes
Docente de nivel inicial

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