“LO QUE ESTÁ BIEN Y LO QUE ESTÁ MAL"
Conscientes
de su existencia como "seres individuales", los niños de 3 y 4 años
se enfrentan al desafío de convertirse en "seres sociales",
aprendiendo valores y normas de conducta que tengan en cuenta la presencia del prójimo.
Los niños
empiezan a distinguir entre lo que está bien y lo que está mal desde muy
temprana edad. Ya desde bebés, el tono de voz del adulto les marca el
camino de lo que provoca aprobación o desaprobación. Alrededor de los 5 años,
la conciencia moral se hace presente, conformada por los "no" y los
"si" de los padres, pero se trata de un proceso evolutivo.
Es
importante tener en cuenta que tanto padres como docentes, deben comenzar a
inculcarles valores como la verdad, el respeto o la lealtad desde
el primer día; más allá de que recién puedan asimilarlos cinco años después.
Hasta esa
edad, los niños atraviesan una etapa de narcisismo puro en la que sólo tienen
en cuenta sus necesidades y sentimientos. La aparición del otro como sujeto a
ser considerado se da recién a los 4 o 5 años. Es entonces donde entra en juego
el rol de los adultos como modelo a seguir. Predicar con el ejemplo es
fundamental para que los niños copien e incorporen determinadas conductas que
los acompañarán de por vida. El trato respetuoso hacia seres queridos, las
pautas de buena educación, la honestidad son algunos de los valores que los
niños incorporan casi naturalmente cuando ven que los adultos que lo rodean
(padres - docentes) los ponen en práctica. La aplicación de límites y
pautas frente a comportamientos que los adultos consideran incorrectos, también
contribuye al desarrollo de valores.
- Un
recurso valioso para enseñarles acerca del bien y el mal son los cuentos y
fábulas con moraleja.
El jardín,
como espacio de socialización cumple un papel importante a la hora de inculcar
valores. Es un ámbito en el que los niños interactúan con sus pares y aprenden
un abanico muy amplio de actitudes y comportamientos: desde respetar turnos y
cuidar sus pertenencias hasta honrar símbolos patrios y experimentar los
primeros lazos de amistad.
En
definitiva, se trata de un proceso que, una vez atravesado, reafirma a los
niños en sus primeros pasos como personas que están aprendiendo a vivir en
sociedad y que son conscientes de que existe otro tan importante y digno de ser
respetado como ellos.
Érica de
Llanes
Docente de
nivel inicial
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